Como seres sociales, las personas estamos predispuestas al establecimiento de relaciones, ya que ofrecen satisfacción para nuestras necesidades afectivas, de relación y de reproducción, entre otras. En el intento por garantizar la satisfacción de tales necesidades, estamos dotados de un mecanismo cuya función es la de proteger la vinculación a esta fuente de recursos afectivos. Este mecanismo es a lo que llamamos celos. Sin embargo, si bien han servido evolutivamente a un propósito importante, los celos pueden generar gran malestar y llevarnos a cometer acciones destructivas contra la persona objeto de ellos, contra el vínculo en sí o, incluso, contra nosotros mismos.
¿Es sentir celos algo normal, entonces? La respuesta es sí. Es más, todos y todas somos susceptibles de sentirlos en algún momento. El problema viene cuando no los canalizamos adecuadamente. Esto es, cuando generan excesivo “estrés” y la persona intenta mitigar las malas sensaciones que experimenta a través de conductas que, poco a poco, se van haciendo más obsesivas y peligrosas. Por ejemplo, tener la necesidad de saber dónde está nuestra pareja en todo momento, desconfiar de sus compañías o sentirnos traicionados cuando hace otros planes son sensaciones y pensamientos asociados a los celos, que pueden derivar en un control de las acciones de nuestra pareja, limitaciones a su libertad o peticiones desproporcionadas de pruebas de amor, además de frecuentes discusiones. En estos casos, nos hemos dejado dominar por los celos y hemos entrado en una paradoja: las conductas que ponemos en práctica con intención de mantener a nuestra pareja y preservar el vínculo están acabando por viciarlo y destruirlo. ¿Son los celos malos? No por sí mismos. Son un mecanismo de alerta que habitualmente emerge cuando una relación importante se ve amenazada. No obstante, hay que recordar que esta amenaza puede no ser real y responder a una inseguridad del propio individuo, que es lo que a menudo sucede. Por eso, es importante que sepamos identificarlos y busquemos su origen, para averiguar hasta qué punto afectan a nuestra vida y poner en juego estrategias más adecuadas para gestionarlos. ¿Cómo se superan los celos? Cuando en una pareja existe confianza y frecuente comunicación, es mucho más complicado que los celos lleguen a surgir. Si ya ha saltado nuestra “alarma antipérdida”, hablar con la pareja sobre cómo nos sentimos debe ser el primer paso a seguir. Por supuesto, en ocasiones la sensación celosa es tan negativa que es vista como irremediable por parte de quien la sufre. En estos casos, lo mejor es recurrir a un especialista. La terapia individual o la terapia de pareja son herramientas muy eficaces para disminuir el malestar y mejorar la calidad de la relación y de vida de los o las implicados/as. |
AutoraBárbara Giménez. Categorías |