A estas alturas de la cuarentena, no es una nueva noticia que el confinamiento tiene consecuencias psicológicas negativas en la población general, pero ¿Por qué algunas personas lo están llevando mejor que otras? Y si lo estoy llevando mal ¿Cómo puedo llevarlo mejor?
¿Por qué estoy llevando mal el encierro? Al contrario de lo que mucha gente suele pensar, la depresión (Desde una definición no clínica si no bajo mi experiencia en consulta) no ocurre por la presencia de problemas graves en la mayoría de los casos, si no por la ausencia de objetivos o metas, que llevan a una falta de motivación por el futuro en general. Además mantenernos ocupados o con ilusiones a medio plazo es una estrategia de gestión emocional muy recurrente en la población general. Es decir, para evitar pensar en mis problemas, me mantengo ocupado/a con el trabajo (que al mismo tiempo me da percepción de autoeficacia) o en las relaciones sociales que son un foco de bienestar y ocio. Ésta estrategia puede ser adaptativa en algunas ocasiones aunque no como método de evitación recurrente de las emociones y conflictos. Por tanto, en época de confinamiento, a la mayoría de la población nos han quitado la posibilidad de utilizar ese método de “regulación emocional” y quienes no tienen ninguna otra estrategia les ha dejado sin herramientas para gestionar la vorágine de emociones que provoca ésta situación de caos e incertidumbre. Uno de los factores a tener en cuenta en porqué algunas personas lo están llevando mejor que otras es la historia previa de vivencias traumáticas y “patologías” psicológicas preexistentes. Por ejemplo las víctimas de violencia en la pareja han sido sometidas a largos periodos de aislamiento en contra de su voluntad y personas que han pasado por depresiones severas también se han visto imposibilitadas a tener una vida socialmente activa y ésta situación hace que sean más propensos al estrés post traumático. Pero no hace falta haber vivido situaciones adversas para que estén apareciendo síntomas de ansiedad o depresión puesto que tenemos que tener en cuenta que ante situaciones desfavorables como la que estamos viviendo es normal y adaptativo tener emociones que socialmente denominamos negativas. La función de las emociones A pesar de que algunas emociones nos resultan incómodas y tendemos a evitarlas (de ahí las estrategias de distracción de las que hablaba antes) todas las emociones son necesarias. Las emociones de rabia, tristeza, frustración, asco.. etc nos avisan de que hay algo en nuestro entorno que tenemos que cambiar, que no nos gusta o de lo que tendríamos que alejarnos. Nos han privado de libertad, de socializar, de muchas actividades de ocio, en muchas ocasiones de nuestros ingresos..etc. ¿Os imagináis a alguien que pueda sentir felicidad ante esto?, Pensaríamos que algo no está bien en esa persona. Ante todo esto es normal sentir agobio, frustración, tristeza..etc y no debemos negarlas ni taparlas porque esas emociones nos están haciendo sentir incómodos/as con esta situación para que nos demos cuenta de que nuestra vida y nuestros hábitos en éste nuevo contexto no nos sirve, que hay algo que tenemos que cambiar. Tenemos que cambiar nuestra forma de gestionar nuestras emociones, la forma de socializar, la forma de mantenernos activos/as, buscar nuevas formas de conseguir recursos si hemos perdido nuestro empleo..etc. Si no nos sintiéramos tristes o agobiados, no cambiaríamos nada, por tanto la adaptación al nuevo contexto es la única manera de sentirnos mejor. ¿Cómo llevarlo mejor? Una de las claves para la aceptación de esta situación son las expectativas. Tenemos que empezar a pensar en esto no como una crisis momentánea en la que una vez solventada volvemos a nuestra vida diaria si no como el inicio de una vida diferente. Ante la pérdida de privilegios o derechos, entramos en duelo y una de las primeras fases es la negación en la cual luchamos psicológicamente con la nueva realidad evitando adaptarnos a ella, puesto que nos agarramos a “dentro de poco volveremos a la normalidad”. Esto puede servirnos si es algo momentáneo puesto que adaptar toda nuestra vida para unos pocos días realmente, no merece la pena, pero cuando es una situación de larga duración quedarnos en esa fase sólo nos va a llevar a frustración. En cambio, cuanto antes nos hagamos a la idea de que es una situación que no va a cambiar a corto plazo, antes empezaremos a adaptar nuestra vida para no tener que renunciar a las cosas que nos hacían sentir bien, o renunciar lo menos posible a ellas. Ante todo esto, os lanzo esta reflexión: Si esta fuera a ser tu nueva vida, ¿la estarías viviendo como lo haces ahora? ¿qué cambios querrías hacer? Además de esto, como opinión y predicción personal creo que la situación es lo suficientemente grave como para que después del COVID-19 haya muchos cambios en nuestras vidas por las implicaciones que esta crisis va a tener en nuestra economía y la forma de relacionarnos. Los cambios de los que hablo no tienen porqué ser todos negativos, pero sí que todos ellos requerirán de una adaptación. Por último me gustaría lanzar un mensaje de optimismo, porque el ser humano es resiliente y no me cabe duda de que saldremos como individuos y como sociedad de esta adversidad reforzados/as. |
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